sábado, 22 de octubre de 2011

Finales

Aunque tomemos caminos divergentes tú siempre eres la última resistente de mi pensamiento.

Indómito es sinónimo de mito indomable.

Mi conciencia yace muerta, me dije yo inconsciente.

El soul que suena en el piso de abajo es la melodía turbulenta que acompaña mis amaneceres contaminados en Barcelona.

Vivir en un undécimo piso me acerca al cielo. Basta con tomar el ascensor a planta calle para pisar el infierno.

La vida es una lucha que no desgasta igual a todos.

La pobreza es la hija bastarda del capitalismo.

No es lícito leer tanto para licenciarse, decía un licenciado en no licenciarse.

Aquel entrevistador de recursos humanos puso la misma cara al decirme "ya te llamaremos" que el tipo del metro cuando cerró las puertas cuando casi las alcanzaba.

Estar sin ti sería no pensarte, no añorarte. Estoy sintigo.



El Vendedor de Versos.

viernes, 7 de octubre de 2011

Pecado capital

El mundo sigue dividido entre los optimistas que piensan que dentro de poco comeremos mierda y los pesimistas que auguran que no habrá mierda para todos.
Manuel Saco
¿Cuándo los sonidos de los andenes se convirtieron en vulgar estruendo? ¿Cuándo las masas de gente impersonal pasaron de formar un paisaje multicultural, poético, admirable a marabunta atolondrada?
Fue un despertar incómodo, con la cabeza desorientada y muy pocas ganas de arrojarme al portal y entregar mi cuerpo a los vaivenes de la ciudad, muy pocas ganas de saludar el estúpido tragín de Barcelona y su centro neurálgico, neurótico, psicótico, psiquiátrico, psicópata.
La contaminación acústica de la comunidad de vecinos quizá me sensibilizó durante la noche algo más que los oídos.
¿A dónde irá tanta gente y por qué la ciudad sobrevive día tras día en pleno naufragio del mundo? Los aires de apocalipsis soplan más fuerte en la capital. Esa capital bien puta y vicerversa que enferma a cualquiera y escribe guiones de locos que recitan sujetos enloquecidos sin sujeción. Que conste en acta: enloquecidos que no locos, empobrecidos que no pobres, enaltecidos que no altezas. Brillan de sol radiante las plazas de la capital sin pecado. Las plazas desalojadas de las voces acusadoras que no gustan a los acusados. Por la noche se viste de luto, delito y delirio, y se transforman en la capital del pecado, de pecado capital.
De miles sin trabajo rebuscando en la basura, de basura que se alimenta de esos miles sin trabajo. De imperios que asimilan esa miseria debiendo colocarla en el pasivo de su balance, si es que pasan cuentas alguna vez.
Yo no quiero ser cómplice de toda esta mierda y asisto asolado, desolado, deshonesto al hecho consumado de que sin querer lo soy.
Vivir en la ciudad es una condena firmada, un amor que muta en odio, una sarna que pica sin gusto, unas malvas que arraigan sobre corazones muertos entre ajetreos, pitidos de claxon y bolsas de la compra.
Vuelven a brillar de sol radiante las plazas de la capital sin pecado, vuelven a oscurecer los telones negros de la noche el escenario tragicómico del pecado capital.

El Vendedor de Versos.




domingo, 2 de octubre de 2011

La cuerda que os sostiene

Hay personas que me han contado un sueño recurrente. Dicen que sueñan que caen, que caen y siguen cayendo al vacío y que nada les sostiene, nada les aguanta. Simplemente caen. Es una pesadilla más bien, angustiante, corrosiva, dañina. Una pesadilla que acaba cuando abren los ojos y estrenan nuevo día.
Son tantas las personas que me han hablado de la pesadilla que me he llegado a sentir extraño por no haber experimentado ninguna noche ese vacío inconsciente.
Angustia corrosiva y dañina al darme cuenta que mi vida presente es una caída hacia un vacío sin poder agarrarme a nada. Aún habiendo amado lo siento. Aún teniendo mi propia filosofía de vida, una comprensión del mundo incomprensible de la que me siento orgulloso, una vida cómoda repleta de oportunidades y proyectos.
Sigo mirando adicto a las evasiones de los días de autodestrucción, mirando y escudriñando uno por uno a cada uno de vosotros.
Estoy mirando mientras caigo al vacío, pero no logro encontrar cuál es la cuerda que os sostiene.

El Vendedor de Versos.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Entonces supe que no iría

Salí de aquella sala sentenciada de muerte, desorientado. Sentí nacer de nuevo. Me atrajeron los coches envueltos en la soledad de la noche, que cómplice los acogía en su seno. La pintura metalizada se vestía de la capa fría de humedad. Empecé a caminar hacia casa muy lento, deambulando. Como un loco desorientado sabiendo que todo partía de cero. Mi sensibilidad aumentó y captaba los sonidos de la calle, miraba con curiosidad las luces, los carteles de pisos en venta, la plaza nueva sin nadie, sin alma. Aparté mi propia soledad hiriente, la agresiva y dañina sensación de no tenerte.
Las palabras empezaron a tomarme por completo. Partir de nuevo, dejarte atrás, olvido sin remordimientos. Saberme consciente del amor que en mí no habita. Concienciarme de mi propia nada, de la vaciedad de mis días vividos hasta ahora. Pasé de largo, mirando de reojo aquellos lugares en los que me refugiaba de la punzante falta que tomó mi ser, de la que no puedo librarme. La noche era un descampado fúnebre. Yo también. Por dentro yo era también la nada, un piso en venta, luces encendidas hasta el amanecer que no alumbraban a nadie.
Aparté el recuerdo de los besos que supe sentir sin sentido, de tus caderas moviéndose encima de mí, de la pasión que nos movía siendo un motor que se apaga cuando el amor no es mutuo.

Sentí nacer de nuevo. Entonces supe que no iría.

El Vendedor de Versos.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Fugaz

Tarde o temprano lo leerás. Soy víctima de una borrachera introspectiva, una coartada fácil para olvidarte pero acaba siendo imposible. Sucumbo ante el drama que supuran mis ojos y examino con curiosidad mis lágrimas por saber que tengo que perderte ante la falta de costumbre. Estoy roto. Oye fugaz, no me dejes por otro, yo te quiero eterna. Voy a recordar siempre esos días que caben en una mano pero que rebosan en un corazón entero y que no voy a olvidar en una vida entera. Ese drama hecho canción sonando mientras hacíamos el amor en la parte trasera del coche. La boca que me jugué por ti la última noche a sabiendas de que con el tiempo tenía todas las de perder. Y ahora te diría que me dejes atado a mis tristezas que no tendrán cojones de acabar por hundirme aunque ahora así lo sienta. Y a la vez me escaparía sin dudarlo para verte, para consumirnos de pena, para comernos aunque nuestros cuerpos se nos indigesten. Fuiste fugaz, pero yo te quiero eterna vida mía, joder no me dejes.

El Vendedor de Versos.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Dejen salir antes de entrar

Llegué y empecé a sentirme bien en casa. Era la primera vez en años que el ambiente del piso me parecía acogedor incluso note una belleza inadvertida para mí durante tantos años. Sentirme como en casa en mi casa. La etapa intermedia, el día de descanso de un Tour de Francia. Atrás Segovia y Barcelona esperando.
Me recorrió una paz que necesitaba desde hace tiempo, me sentí como un niño grande habiendo encontrado el nirvana oculto en su escondite.
La entrada estaba repleta de maletas, de libros, ropa y demás enseres acumulados durante seis meses de vida independiente. A su vez, mis armarios y cajones eran un caos de desorden. Un reflejo de mi yo pasado. De repente sentí una necesidad abrumadora de deshacerme de todos los recuerdos de los que había escurrido hasta la más mínima gota de nostalgia. No sentía ya nada por la vida en las cosas, los objetos se acumulaban y no les encontraba ningún valor. Como un operario en desahucios empecé a vaciar cajones a tirarlo todo por el suelo como si nada fuese mío.
Me he desecho de libros de secundaria, de escritos, de las cartas de la chica de mi juventud, de agendas, de notas, de apuntes y montones de momentos que apenas ya recordaba. Descubrí los escritos de locura depresiva que fechaban de 2007, notas que hablaban de angustia, que acariciaban ideas suicidas.
En una curiosa metáfora, tiré a la basura los apuntes de mi última etapa en secundaria, los apuntes de bachillerato, especialmente con gusto me deshice de los documentos de matemáticas y de filosofía. Tampoco encontré utilidad a todos los dossieres de marketing, de economía ni de empresa. Tiré años de educación a la basura sin que supusiera ninguna pérdida personal.
Mis armarios y mis cajones han quedado limpios, dejando de ser inútiles almacenes de recuerdos vacíos. Ha sido como sufrir un pequeño y temporal trastorno obsesivo compulsivo. Era incapaz de seguir viendo desorden y sigo con la manía de tirar todo. Es un símbolo de vida nueva, de dejar atrás la adolescencia, como si ahora ya fuera completamente adulto.
La limpia no se reduce a ropa, libros, objetos varios y apuntes. Se amplia simbólicamente a personas, recuerdos diluidos en importancia e intensidad por el tiempo en la memoria.
Quizá sea porque me siento tan lleno de experiencias nuevas que necesite borrar una parte importante, como si mi cabeza fuera un disco duro con capacidad limitada.
Quizá sea porque la quiero tanto, la echo tanto de menos, que cuatro días de recuerdos me ocupan casi todo mi ser y dejo salir lo que queda atrás para que ella entre.
Estoy reconstruyendo mi vida y mi mente para partir de cero en esta nueva etapa, para que ella sea mi todo mientras la vida pasa.


El Vendedor de Versos.

lunes, 22 de agosto de 2011

Vivir a muerte

Hay días que te invitan a hacer balance, a examinar las etapas vividas a diseccionar las experiencias y a saborearlas. Mi análisis es concluyente.

Cierro un año cargado de vivencias, de gente nueva, de sacos de recuerdos y momentos que se quedan conmigo para siempre. Miro la vida de frente, su mirada ya no me asusta. Soy consciente ahora sí, de la inmensa suerte de la vida que me ha tocado vivir. Ha sido muy importante para mí cumplir algunos proyectos y que además las expectativas superen lo esperado. León fue el escenario de cuatro meses increíbles al lado de gente muy importante para mí. Quiero darles las gracias a todos, ellos saben quiénes son y todo lo que hemos vivido no tiene fecha de caducidad. Tratar, hablar, convivir y trabajar con mucha gente diferente me ha permitido entender mejor, a no juzgar, a saber que detrás de cada persona existe un mundo. A no exasperarme por la situación del sistema, a no sorprenderme ya de lo que ocurre, que me duele, pero ya no me mata.

Ha sido un año en el que he estado batiendo muchos recuerdos del pasado y recuperando a gente que fue muy importante y que quería que siguiera presente en mi día a día, así ha sido y estoy muy orgulloso de poder contar con esas personas otra vez.

He vuelto a sufrir periodos muy duros, de soledad, de tristezas y de días grises. La distancia me ha hecho más fuerte y he comprendido que los kilómetros no hacen el olvido si el amor no entiende de kilómetros. Sé que los que me queréis habéis seguido ahí aunque apenas nos hayamos visto. No os olvido, os quiero mucho.

He aprendido a sacrificar papeles importantes para algunas personas en esta obra tragicómica de mi vida, a no otorgarlos a cambio de que sigan siendo felices. Ésa es otra manera intangible de querer.

A todos los que me han ayudado en mi etapa en Segovia, me quedo con lo mejor de cada uno que sin duda es mucho y quedará como experiencia tremendamente enriquecedora para mí. Ha sido medio año inolvidable.

Aunque no me conozcan, gracias a los artistas que me han emocionado este año, que me han hecho pasar tantas horas y me han acompañado tanto. Gracias Quique González, Bon Iver, Charly Efe, Pablo Hasél, Jorge Drexler, Johnny Cash y a otros muchos.

Soy consciente de la gran suerte de poder expresar y vaciarme por dentro, de drenarme escribiendo, y no sé a quién remitir mis agradecimientos por ellos, pero gracias a Dios por permitirme escapar a través de la escritura.

Las noches son trágicas, y como escribí, quizá todos estemos muertos desde que perdimos la inocencia on Saturday night fever.

Creo conocerme mejor y por ello sé dónde soy más fuerte y dónde flaqueo. Tengo cuentas pendientes conmigo mismo y muy importantes. No sé si los próximos trescientos sesenta y cinco días me bastarán para saldarlas, pero lo intentaré como siempre.

Sigue asustándome mucho el paso del tiempo, me asusta mucho, me horroriza, el tren del miedo, el tren del tiempo.

Gracias a la poesía, a las palabras, a la belleza de las cosas, a los gestos a la cotidianidad que es poesía.

Voy a seguir caminando intentando no pisar las juntas de los adoquines aunque sea difícil, encontrar un sitio sin venderme y sin olvidar quién soy.

Creo haber encontrado el amor del que carecía y la paz de compartir mi vida, espero que seas tú porque te empiezo a querer y no quiero dejar de hacerlo.

En fin, gracias por leerme, por quererme, por intentar comprenderme, por compartir vuestros momentos conmigo y hacerlos nuestros.

A ti que ya lo sabes, a Jairo y Andrés porque tenéis carta blanca conmigo y sois mi vida, a mis padres por ser lo mejor que tengo y quererme sin fisuras por darme todo lo bueno que tengo y por no tener en cuenta todo aquello que no es tan bueno.

En fin, seguir luchando y bendita batalla sea la vida, porque hay que vivir a muerte.

El Vendedor de Versos.


martes, 16 de agosto de 2011

Perder los papeles

Si faltan textos y se me han roto los esquemas, si estoy ausente o si dejo de escribir fue porque anoche en la madrugada te vi durmiendo a mi lado y supe que me había enamorado de ti.
Si sigo ausente y me siguen faltando textos será porque la soledad empezará a acosarme otra vez porque no llenes tus ausencias y me vuelvas a dejar tan vacío. Porque no pueda girar la cabeza y abrazarte y volcarte mis besos y matarnos las ansias, volvernos locos de atar.
Sabía yo que contigo iba a perder los papeles.

El Vendedor de Versos.

domingo, 14 de agosto de 2011

Prejuicios

Tengo prejuicios y si no, no tiene explicación ni argumento por qué sin dirigirte una palabra te imaginé como la mujer de mi vida y de mi muerte.

Tengo prejuicios porque si no los tuviera no hubiera sentido mirándote a los ojos cómo eran tus besos sin haberlos probado.

Y también estoy seguro de ser un prejuicioso empedernido porque eres en mi vida más de lo que deberías ser y ni siquiera te conozco.

Malos son los prejuicios, porque al conocer de verdad suelen caerse por sí mismos y eso pasó contigo cuando te conocí.

El Vendedor de Versos.

sábado, 13 de agosto de 2011

Cuando

Cuando los médicos receten poesía a los enfermos.

Cuando medio mundo no viva a costa del otro.

Cuando amemos tanto como odiamos.

Cuando el dinero no sea un dios.

Cuando el hombre sea humano y no una especie animal.

Cuando la televisión alimente nuestro espíritu.

Cuando el tiempo no sea tan fugaz y la nostalgia tan eterna.

Cuando tú me quieras.

El Vendedor de Versos.

viernes, 12 de agosto de 2011

Colores

Sabía mucho más de esa copa de Rioja que de ti. Era de color cereza, granate oscuro o picota, con borde violáceo vivo. De aroma fresco, intenso, afrutado, varietal, con recuerdos a la zarzamora y las grosellas, ciertas notas florales, lácteas y anisadas. En boca bien constituido, cuerpo medio, sabroso y aromático, con taninos dulces, una acidez perfectamente integrada y persistente retro nasal.

Levantando los ojos de esa copa el color azul de lluvia fría del que se vestían tus pupilas al anochecer transformaba esa vida que tú creías color de rosa y que yo siempre vi negra, negra azabache, en gris, gris claro huyendo de la oscuridad. La oscuridad que se iba a dar cita con la noche, en apenas media hora, cuando el atardecer agonizante no volviera hasta mañana, víctima de una muerte temporal y fuera cómplice de nuestra locura. Locuras que con nocturnidad y alevosía se refugiaban y escondían en el asiento trasero del coche y que se metían por debajo de tu vestido hasta llegarte al alma, plaza donde el olvido no suele habitar y donde pido que me guardes el recuerdo para que no se me olvide.

El Vendedor de Versos.

jueves, 11 de agosto de 2011

Como los violinistas del Titanic

La alarma de la desesperanza es un estruendo que revienta tímpanos. Le pitan los oídos al mundo entero que ya no ve una luz al final del túnel.

Nadie apuesta por el cambio de la situación. La política ya es a ojos de la humanidad, una gran e indigna prostituta que se vende escandalosamente, y se entrega al fuego que más calienta.

Saben y sabemos que sea quien sea el capitán del barco no podrá impedir el impacto contra el gran iceberg del aciago futuro labrado por siglos de vergonzosa historia de la humanidad.

Y aquí está la España de cientos de miles de familias desahuciadas, esclavas, de vidas hipotecadas, de casas deshabitadas en manos de entidades financieras que prefieren el abandono de las mismas. Familias que ya apenas se rebelan y como en una trágica y feroz violación consentida ven impotentes cómo se les hunde la vida.

Y aquí sigue la España de los millares de jóvenes acampados, con los corazones despiertos clamando las verdades más manifiestas de nuestra historia, luchando por el fin de un sistema inmoral. Encadenados a la incertidumbre, a la falta de alternativas y de ideas, sometidos al cansancio de una lucha que trata de ser acallada, que es menospreciada e insultada por los medios controlados por los mercados y por todos aquellos que como carroñeros, siguen comiendo del cadáver de los desfavorecidos y viven a costa de ellos. Ahí siguen las plazas teñidas de los toldos del color de la esperanza esperando poder empezar a escribir esa hoja en blanco que es un futuro virgen y que aún nadie sabe por dónde coger.

Perciben y percibimos que algo va a pasar, que algo tiene que pasar. Una vez desenvuelto y hecho pedazos el bonito envoltorio en el que venía empaquetado el éxito, se ha hecho patente que era una gran mentira a la venta en supermercados, con ofertas y descuentos, con clientes VIP, tarjetas de fidelización y endeudamientos en masa.

Así, abrazados a la desesperanza, sabiendo que el barco se hunde, algunos se aferran a sus bienes, y otros lidian como pueden con la amargura, convirtiendo pequeñas alegrías cotidianas en motivos para seguir. Y siguen, siguen como los violinistas del Titanic aún sabiendo que el barco se iba a hundir.

Escriben y escribimos sobre el fin, sin miedo alguno, porque lo que tenga que venir sin duda será mejor que el templo de las desigualdades y las injusticias que hemos levantado. Desde fuera lo contemplamos en los últimos días, por fin, en ruinas se cae, se tambalea.

Que no te pille dentro.

El Vendedor de Versos.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Año bisiesto

La diferencia es que ahora escribo lo que pienso sin pensar en todo lo que escribo aunque aún no escribo todo lo que pienso. La laberíntica dinámica me permite fluir con facilidad un día y otro, en una imparable hemorragia de sentimientos, de pensamientos y de angustias que deben salir sin mucho maquillaje, exponerlos desnudos a sabiendas de sus virtudes y defectos sin temor a que todos sepan lo que llevo dentro.

Mas si el freno de escribir sólo cuando ya no puedo más sigue suelto, puede ocurrir que veintiún días de agosto no me basten y vivo con el miedo de que trescientos sesenta y cinco se me queden cortos, menos mal que nos regala un día el año bisiesto.

El Vendedor de Versos.

martes, 9 de agosto de 2011

Salvación

Quieren que me salve porque cada vez que me hundo en el abandono vienen a rescatarme. Ellos quieren que deje atrás los caminos repletos de trampas, de lodo y de falsas promesas. De noches trágicas, de copas, de aplacar mis ganas entre piernas frías, de rozar el ridículo cuando crees estar en la cima. Quieren que pruebe que otra vida puede satisfacerme más. Me recuerdan que es un crimen desaprovechar juventud e inteligencia al servicio del sistema que no es que se vaya a hundir sino que ya hace aguas. No quieren que sea como los demás, que acabe como los demás, y pase lo que pase sé que sabrán que yo no soy ni era como todos. Dicen que aún puedo volver y me animan a hacerlo. No me reprochan, no me rechazan, no menosprecian.

Ellos quieren que me salve y yo quiero salvarme, hoy sí quiero salvarme.

El Vendedor de Versos.

lunes, 8 de agosto de 2011

Para la maqueta "Sonrisas y lágrimas" de Zwit

Reflejar los extremos de la vida dejándose de medias tintas. A riendas de la pasión, de los versos como amantes que vistieron negras noches. Medicina de cuadernos que paliaron depresiones que dejaron de serlo cuando se diluyeron a golpes de bombo y caja. Fluyendo como si el dolor sangrara solo y se fuera por el desagüe. Luciendo los desaires de la vida hechos poesía, nada más bello que eso, convertir dolor en arte, por amor al arte y sin poner un precio. Acróbata del tiempo, asumiendo los vaivenes de los estados de ánimo, conscientes de que al fin y al cabo no son más que eso. Sin buscar el agrado de nadie, ni de disfrazar las rimas para vender, en una estrofa cabe un mundo, qué más da si nunca lo llegarán a comprender. Siéntete invitado a subir por este viaje de introspecciones, para que entres a este mundo sin ser visto, dejando que cual voyeur te excites mientras el alma se desnuda, cuando la pena permanece muda, para romper las reglas del juego previsto.

El Vendedor de Versos.

Publicado para la maqueta “Sonrisas y lágrimas” de la MC barcelonesa Zwit en 2010 producido por Conlopuesto Producciones.

domingo, 7 de agosto de 2011

Corrientes etílicas

Lo noto mirándote, qué difícil es, pensándote y maldiciéndote volvía haciendo eses.

El frío me calaba sin permiso, mis SOS eran ignorados, me olvidaste sin previo aviso, murieron nuestros recuerdos desangrados.

Esto no tiene sentido ninguno, un día y otro más idénticos, comiéndote mi corazón de desayuno sentiste que mis latidos eran auténticos.

El reloj de la cocina se ha parado y que se pare el del mundo también. El capital mantiene el amor varado y yo mataría tus miedos pero no soy quién.

Exprímeme y con la última gota quizá puedas saciar tu sed, escucha bien la última nota porque es posible que ya no siga a tu merced.

El Vendedor de Versos.

sábado, 6 de agosto de 2011

Amor, Dios y muerte

Quieren cambiar el mundo pero lo de este mundo es irreversible. Ni los decorados, ni las pantallas, ni las celebrities nos hacen olvidar que desde el más chico hasta el más viejo, durante toda nuestra existencia, tres palabras nos zarandean violentamente, como si tres preguntas vitales fueran las raíces que nos conectan con la tierra. Tres palabras sobre las que a lo largo de la historia han versado los poetas, han discurrido los sabios, han malhablado los necios, han despreciado los ricos, y han reinventado los míseros e incluso llevan marcados en su seno los no nacidos. Sobre amor, Dios y la muerte. Atrás y como meros decorados quedan la política y los mercados, los mitines y la publicidad, las mentiras y los datos macroeconómicos.

Del amor sé más bien poco, y como droga muy adulterada no me atrae probarla todavía.

De Dios sé muchas cosas pero el amor del que carezco es culpable del poco ejercicio de mi fe.

Y de la muerte sé más de lo que quisiera y es un monstruo gigante que ha barrido a tanta gente importante que me provoca mucho más odio que miedo.

El Vendedor de Versos.

viernes, 5 de agosto de 2011

Hendrick's con tónica

¿Y si se hace tarde mañana y ya no puedo salvarme? Tengo que parar que llevo cuatro de más y quizá no me sobren solo copas. No quiero que mi espíritu baile al son de sus antojos. Bastardo como él solo me arroja al precipicio y no se sonroja ni le dio vergüenza hacerlo desde un principio. Me da lo mismo, me bebo otro Hendrick's con tónica. Hoy ya no quiero salvarme y el mundo entero me cabe en un trago.

El Vendedor de Versos.

jueves, 4 de agosto de 2011

Juegos malévolos

De pequeño organizaba y dirigía las vidas de mis muñecos. Decían lo que yo quería que dijeran, hacían lo que yo quería que hicieran, actuaban como yo les mandaba que actuasen. Les montaba sus historias, escribía sus guiones y preparaba sus decorados. Decidía sus amores, quién moría y quién vivía, quién ganaba o quién perdía.

Jamás imaginé que esos juegos se pudieran volver malévolos cuando de mayor hay tantos que siguen jugando a ellos.

El Vendedor de Versos.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Aún recuerdo, aún me arrastra

Aún recuerdo el segundo exacto en el que moría mi infancia desangrada. Aún recuerdo, aún me arrastra.

Aún recuerdo el segundo exacto en el que me despedía de ti para volverte a ver y ya no te vi más. Aún recuerdo, aún me arrastra.

Aún recuerdo el segundo exacto en el que me dijeron que habías muerto. Aún recuerdo, aún me arrastra.

El Vendedor de Versos.

martes, 2 de agosto de 2011

Veintiún días

Podría escribirte veintiún días seguidos hasta que el tiempo me recuerde que me queda un año menos. Y hacerlo rápido sin pensar, sin adornarme, tal y como nace la poesía abandonada en cubos de basura y nacen los versos en el vientre de una puta.

Podría dejar pasar todos los trenes a sabiendas de que hace muchos que el tuyo ya pasó de largo. Seguir fumándome la vida que sigue prometiéndome y nunca cumple nada.

Podría empezar de cero, pero si tengo que empezar de cero, empezaré en tu vientre como Charly. Leerte cada noche cuentos, y que tú me regales sonrisas intangibles que negligentemente se vuelven inmortales en mi memoria y me intoxican de nostalgia matándome poquito a poco.

Podría caer en el círculo vicioso de arrastrarme y desgarrarme sin tener claro que a estas alturas aún te merezcas mi sangre. Buscarte como un perro abandonado, con la cara triste y más perdido que el pobre diablo que pide dinero para drogarse en la esquina donde nos besamos por primera vez.

Podría mandarte mensajes en una botella, pero antes me bebí tantas para mandártelos que ya no recuerdo bien qué es lo que quería decirte.

Voy a escribirte veintiún días seguidos hasta que el tiempo me recuerde que me queda un año menos para encontrarte.

El Vendedor de Versos.

lunes, 1 de agosto de 2011

Conmigo

Rompería tus esquemas, te contagiaría mi adicción al caos mordiéndote la yugular. Emborracharía tu conciencia tanto como hice con la mía, yacería muerta y creeríamos en la nada. Divagaríamos livianos, flotaríamos efímeros, nos perderíamos ausentes. Nos destruiríamos juntos, y nos haríamos el amor como si muriéramos mañana.
Quizá por eso no haya decidido proponerte que destroces tu vida conmigo.

El Vendedor de Versos.

domingo, 31 de julio de 2011

Tragicomedia

Qué tragico sentir que las paredes se te echan encima y se convierten en zulo, aunque sean casi cien metros cuadrados los que te rodean y en los que vives. Qué cómico que se hipotequen treinta años de vida por comprarlos. Qué tragico que resulte tan trágico estar tan solo. Si nadie llena las habitaciones y los espacios de esta casa para qué quiero yo una hipoteca. Qué cómico, porque me hipotecaría toda la vida para pagar a plazos una casa llena de felicidad compartida contigo.

El Vendedor de Versos.

jueves, 21 de julio de 2011

Números primos

Ya no recuerdo la última vez que sentí tan apremiante la necesidad de escribir. La sensación de tener que hacerlo cuando apenas hace una hora que te marchaste. Quizá porque llenas mis espacios vacíos completándolos como nadie, encontrando piezas de mi rompecabezas desordenado. Y aunque no sea ahora quisiera que siguieras llenando mis espacios. Tú vives en una canción de Bon Iver o de Ferraby Lionheart, tú vives en cada verso de Charly Efe. En mí, en mis soledades, en las mañanas que no estés, en los momentos que vendrán y serán menos perpetuos si no los comparto contigo. No estarás vistiendo de sencillez ni con sonrisas la artificiosidad de los días tristes, en los que nada pasa.
Y así, sin esperarlo, como vienen las cosas importantes que apenas se imaginan apareciste. Fugaz como el beso que te di con la excusa más burda del mundo, quedándome trastocado preguntándome por qué antes no te di cien más como esos.
Tú y yo somos dos números primos como en la novela de Paolo Giordano, separados siempre por un número par que reside en tu mente y te sigue haciendo daño, y que nos distancia y no permite tocarnos.
Te echaré de menos.

El Vendedor de Versos.

martes, 12 de julio de 2011

Adoquines

Cuando era pequeño jugaba a no pisar las juntas de los adoquines y avanzaba a saltitos como si hubieran minas antipersona en el suelo. Hoy me siento incómodo, como si de niño hubiera errado algún paso y hubiera pisado la junta que no quería pisar y hubiera perdido ese juego en el que yo mismo era mi único rival.
Esta vida de adulto no deja lugar para juegos de niño y solo permite la vida en el espacio que nos dejan la espada y la pared. No deja lugar al sueño ni la utopía ni al "yo de mayor quisiera ser". Porque quieres ser y no puedes, porque cuando me explicaban que la vida era difícil yo no me imaginaba cómo de difícil era y año tras año crezco y el sufrimiento advertido se queda corto.
Ojalá asumiera la rutina y la vida adulta como mía, como la que quiero vivir. La vida de la hormiga trabajadora que solo tiene en mira pan y refugio. Afiliado al caos no quiero vidas estables que el mundo inestable aplauda. No quiero considerarme afortunado porque estoy integrado en la sociedad y un empleo. Aún mantengo guardadas las ganas de vivir, de sentir, de viajar, de no tener nada claro ni aferrarme a la seguridad ficticia. No puedo tolerar el sentimiento que me sobrevino al cruzar plaça Catalunya donde los "indignados" que deberíamos ser todos luchaban contra una marea que tristemente acabará por volvernos a arrasar. El sentimiento de no estar haciendo nada, de no sentir ganas de rebelarme contra la injusticia más desaforada, el sentimiento de ser parte del terrorífico cuento que convierte personas en brazos impulsores del crecimiento a cualquier precio.
Esa vida monótona que se asemeja tanto a aquellas juntas de los adoquines que no quería pisar cuando era pequeño.

El Vendedor de Versos.

lunes, 20 de junio de 2011

Cotidianidad es poesía

Cotidianidad es poesía. Los días esconden una máscara de belleza que a veces reviste la rutina, la desnuda de su mediocridad, la hace especial. Hay que encontrar los detalles que convierten los días en magia vulgar y que no por eso deja de ser magia. Desde la luz que se cuela por la persiana, hasta el ritual de la ducha por la mañana, del olor de café y las noticias de la tele. La belleza de la cotidianidad no debe pasarnos inadvertida. Si hasta la Coca-cola sabe diferente en botella que en lata o que en vaso. Cada día tiene sus matices, sus disfraces, sus vaivenes.
Cotidianidad es poesía.


El Vendedor de Versos.

martes, 17 de mayo de 2011

Chardonnay

Saborear un Chardonnay y sentir que por momentos la vida tiene sentido cuando comparto mi tiempo con vosotros. Sentir los aromas frescos y afrutados y olvidarse de amarguras, tomarnos la vida a broma, beber y tomarnos nuestros problemas a broma. Notar que el tiempo no pasa por mucho que corra cuando volvemos a reunirnos y nos volvemos a ver. Andar por una Barcelona que nos acoge, porque parece que quiere alojarnos, ser el escenario de nuestros recuerdos. Ir con Raquel y contarle en el coche mis desesperaciones y sentirme un poco loco, consolarme desahogándome y siendo sincero porque con ella puedo. Y vuelvo a sentirme feliz por esos momentos que parecen cortos porque la pena es muy larga pero parece que aprieta menos si no cambian las personas que me importan.

Hablar de coger el portante con Mary, de las ganas de huir y escapar de los valores inmorales de occidente. Compartir mesa con vosotras y con Alejandro, que es ese tipo de personas nobles, una especie en extinción con las que da gusto rodearse. Mientras media ciudad sale a la calle para celebrar con jarana la Liga de su equipo, celebro que el mundo entero se pare y me sepa dulce, por todo ello, gracias.

Para Raquel, Mary y algunos de los que no estuvieron pero están.

El Vendedor de Versos.

lunes, 2 de mayo de 2011

Diarios y mentiras

Veo a locos, Don Quijotes. Enloquecieron o perdieron al juez y el juicio leyendo lecturas ilegibles cuando no fue todo junto. Don Quijotes y doñas Quijote leen de bien tempranito modernas novelas caballerescas que secan la masa gris, ennegrecida poquito a poco. Y aunque las lecturas no tengan ni pies ni cabeza se dejan llevar por el suicida abandono hacia la ignorancia. Muere poquito a poco su capacidad de pensar. Es como la muerte lenta del fumador, al que día a día unas caladas más no matan. Es como si la muerte cuando es a dosis pequeñitas no doliera tanto. Y desde primera hora las noticias de los locos y sus Don Quijotes lectores habitan por doquier. Llaman desde las barras de los bares del barrio entre cafés con leche y pastas, entre pinchos y discutidores que pinchan. Esperan en las mesitas de las mesas de espera, traspasan las permanentes de las señoras en las peluquerías, alimentan con cifras turbias la mente turbia de los oficinistas, enseñan a los profesores lo que luego enseñarán a sus alumnos. Nos cuesta tener fe, apenas quedan reductos de ella, pero somos más crédulos que nunca.
A mí los anuncios me suenan a chiste igual que las noticias, y a lo mejor no recuerdo, pero juraría que leí algunos surrealistas "loco busca cuerda a la que atarse y ahorcarse; hombre con complejo de tren busca vía férrea a la que arrojarse; se vende parcela con esposa incluida, niños opcionales; Libertad, ardiente, busca hombres jóvenes; niña llamada Esperanza dice que la perdió el mundo; hombre vende Volkswagen semiviejo por ataques de nostalgia al recordar lo que pasó en aquellos asientos traseros; se vende Cristo por crisis de fe; urge camarero, turnos de veinticuatro horas al día los trescientos sesenta y cinco días del año, libra en años bisiestos.
Juraría que yo leí algunos de estos. Lo que no podáis creer, sea quizá, que leí peores pero para no crear disputas me los voy a callar.



El Vendedor de Versos.

sábado, 30 de abril de 2011

El tren del miedo

Conozco muchas formas de autocastigo. Ocupo algunos minutos de los días que paso encerrado en casa buscando cosas para torturarme. A veces encuentro fotografías de hace unos años, no muchos. Pero lo cierto es que apenas tres o cuatro años alcanzan para transformarlo todo como si hubiera barrido el paso de décadas. Esas fotografías, parecen guardar dentro de ese adolescente que era, un rastro que advierto de la desaparecida inocencia que siempre tengo en boca. Que siempre tengo en boca porque ya apenas me roza.
Cómo cuesta ahora reconstruirlo todo y querer volver a ser, a parecerme un poco más a quien era. Qué recuerdos de cuando sabía querer en aquellos primitivos correos de dos o tres chicas que me quisieron también.
El principio de mi historia con personas que se han convertido en pilares de mi existencia y que me aúpan cuando me creo nada.
No puedo dejar de asustarme, sucumbir al llanto callado por no molestar, pero este monstruo que se llama tiempo sigue dándome mucho miedo.
Este tiempo es como un túnel de feria que promete horror y siempre asusta. Qué pantomima pensar ahora en aquellos payasos con caretas feas que a escobazos reproducían una burda imitación del miedo.
Miedo es eso, el paso del tiempo y no tener nada entre las manos. Recordar que ya se terminó mi adolescencia aunque aún me dé la risa tonta y a veces sea loco. Sigo bebiendo esa bebida de inmadurez que sabe dulce entrando en boca y deja amargo cuando pasa el trago.
Y el tren del miedo y el tren del tiempo da vueltas y vueltas hasta que la muerte o el fin lo pare, pero monótono las vueltas ya no me pintan igual de bonitas que antes.


El Vendedor de Versos.

martes, 12 de abril de 2011

Sabías volar

Vos lo dijiste/nuestro amor/fue desde siempre un niño muerto/sólo de a ratos parecía/que iba a vivir/que iba a vencernos/pero los dos fuimos tan fuertes/que lo dejamos sin su sangre/sin su futuro/sin su cielo/un niño muerto/sólo eso/maravilloso y condenado/quizá tuviera una sonrisa/como la tuya/dulce y honda/quizá tuviera un alma triste/como mi alma/poca cosa/quizá aprendiera con el tiempo/a desplegarse/a usar el mundo/pero los niños que así vienen/muertos de amor/muertos de miedo/tienen tan grande el corazón/que se destruyen sin saberlo/vos lo dijiste/nuestro amor/fue desde siempre un niño muerto/y qué verdad dura y sin sombra/qué verdad fácil y qué pena/yo imaginaba que era un niño/
y era tan sólo un niño muerto/ahora qué queda/sólo queda/medir la fe y que recordemos/lo que pudimos haber sido/para él/que no pudo ser nuestro/qué más/acaso cuando llegue/un veintitrés de abril y abismo/vos donde estés/llevale flores/que yo también iré contigo.


Fragmento del poema "A la izquierda del roble" de Mario Benedetti.


Sabía que tu mensaje iba a llegar pero no quise creérmelo y envié cientos de ellos antes de que el último llegara.


Y a pesar del final, llegamos a ser todo aunque el recuerdo ignore aún que nos quedamos en nada. Sabes tan bien como yo que hay marcas que no se borran ni queriendo. Ni queriendo quererte fui yo el que se te quedó dentro.


Podría seguir luchando. Coger el próximo tren para pedirte que me digas adiós para siempre mirándome a los ojos. Pero no voy a buscarte por miedo a que mintiéndome seas capaz de decirlo.


Quiero pensar que fuiste solamente la musa pasajera que me inspiró en cuatro textos. Quiero pensar pero no puedo, porque te quiero y sé que tú eres mucho más que eso.


Las letras me salen retorcidas y las noches me vuelven a dar miedo. El whisky consolador vuelve a llamarme pero este dolor me lo trago sin anestésicos.


Sin mí serás feliz porque eres muy buena inventora, y sé que podrás inventarte que solo fui un recuerdo venido a deshora. Un recuerdo que incordia, un recuerdo venido a más, algo que se saca de quicio y ya no puedes volver a encajar.


Quiero que me guardes por trocitos en tu nostalgia, por fascículos en tu memoria, como polvo en tus estanterías. Quiero que sientas lo mismo al recordarme que cuando abro el cajón donde guardo las cosas de cuando era niño, y me mata la nostalgia pero me siento feliz al recordar.


Sé que nunca sabremos cuánto podríamos haber sido y que es una pena, pero aunque sepas volar, no verás nunca "El lado oscuro del corazón" conmigo.




El Vendedor de Versos.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Chau número tres

Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres

Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro

Te dejo frente al mar
descifrándote a solas
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota

Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía

Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono

Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos

Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra

Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen

Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirandoté

El poema que me escribió para ti Mario Benedetti.

martes, 29 de marzo de 2011

Yo soy

Yo soy el de las medias tintas, el de los proyectos inconclusos, el de las promesas incumplidas. El que pronunció siempres que se convirtieron en nuncas, el que dijo síes cuando eran noes, el que prometió versos que jamás se escribieron.

Yo soy el egoísta complacido que tuvo a bien todo mientras no miró más allá de su ombligo. El que miraba con desdén el mundo entero y quemaba la basura de fuera sin buscar antes sus residuos dentro.

Yo soy el que aprendió sin saber muy bien cómo a distanciarse de su vida, como si sus actos no fueran con él. El que se sentía actor mientras todo era película hasta que se dio cuenta de que su sangre no era de mentira.

Yo soy el que busca en los espejos la mirada del niño que fue. Soy el que se siente solo más a menudo que el llanero solitario, el que llora por dentro y se ahoga en un vaso de lágrimas. El que esconde las inseguridades bajo un burdo disfraz de prepotencia, y que sabe además sin mirarse lo mal que le queda.

Yo soy el que no sabe amar y el que todavía no ha aprendido. Soy el que habla de amor y solo piensa de olvido. Soy el que hablaba de valores y amores perdidos, los mismos que traicionó uno por uno escondido. El tipo al que todo le importa un bledo, el que se autodestruía en los lavabos, el que vomitaba besos que no sentía sobre labios fríos que no respondían.

Yo soy el que recuerda a quienes se han olvidado de mí. Yo soy el que ha olvidado a todos los que me recuerdan.

Yo soy el que no le encuentra ningún sentido a este mundo.

Yo soy presente que quiere ser pasado para abrazar en paz al futuro.

El Vendedor de Versos.

viernes, 25 de marzo de 2011

La dictadura

Lejos ya del único canal televisivo de la dictadura, enciendo la pantalla y tengo a mi alcance cuarenta canales gratuitos. Igualmente monotemáticos y fraudulentos que hace cuatro décadas desde el NODO, hago zapping y encuentro una oferta insultante. Infinidad de opciones que van desde el más repugnante amarillismo al puro insulto de la dignidad y la inteligencia humana. El pueblo aplaude el contenido que a la dictadura le interesa difundir. El pueblo celebra mediante audiencias millonarias su programación. Y entiendo como programación también, la que se produce en la mentalidad social a través de la nutrición que su ocio proporciona. Y es que somos lo que comemos, y el cerebro también come. Y come mierda. Crían polvo los versos de los poetas en las estanterías. Crían malvas las utopías, las emociones y el amor.
Reinventada la dictadura, se refunda aún cuando está más que probada su invalidez. La dictadura global de los mercados y del sector financiero, del capitalismo desaforado, ha conducido a una crisis sistémica que requiere un cambio y no una burda serie de operaciones estéticas.
La dictadura repite mediante su infinita hipocresía el uso de guerras en nombre de la libertad. La misma libertad que predican, no es otra que la del cambio de dictadura que tanto interesa a la dictadura global. No es para nada sorprendente la resolución de la ONU si de un país árabe se trata, para iniciar una guerra descontrolada y con muertos civiles que nadie lamenta si sus cadáveres llevan marcados la firma de las Naciones Unidas. Mientras, Costa de Marfil también se desangra. Mientras, dictaduras criminales de amigos de occidente perpetran horrores en África y en Asia, en Suramérica, incluso en países de Occidente, en manos de gobernantes asesinos. Y siempre habrá atrocidades silenciadas si a la dictadura de los mercados interesa.
La educación mal llamada, se torna en instrucción formativa orientada al éxito y mantenimiento de la dictadura. Y las bases del cambio se vuelven inexistentes porque la base de las futuras generaciones ya está podrida.
Los brazos de la resistencia yacen cortados en arcenes. La juventud rendida y aletargada bajo el manto de las redes sociales y el consumo, bajo la indulgencia y la indiferencia regada de egoísmo, no habla ya de revolución, mucho menos de responsabilidad social. Qué lejos nos quedan Martin Luther King, Mandela o Ghandi.
Los artistas comprometidos pasaron a la historia y se venden por subir al pedestal de la dictadura. Su repercusión social solo es un vehículo, un medio que tiene como fin aumentar su codicia. Silencio y superficialidad a cambio de dinero.
Los movimientos políticos corruptos y enfermos de poder siguen riéndose mientras roban y permanecen sentados viviendo de los recursos de todos.
La dictadura de hoy se viste de libertad. Se viste y esconde tras las multinacionales, la banca y el sistema financiero. Se maquilla y se vende desde sus medios de comunicación.
Y nosotros, cómplices de sus espantosas obras y responsables de su continuidad, seguimos aplaudiendo, cambiando de canal si algo no nos gusta. Y ese es el acto de cambio más revolucionario que se lleva a cabo, sentado desde un sofá.

El Vendedor de Versos.

domingo, 27 de febrero de 2011

Viento polar

Afuera sopla y cuenta historias el viento polar. La calefacción le va ganando la partida al frío. El jazz ayuda a caldear el ambiente. El colchón es blando y parece que quiera absorberte en cuanto entres en un sueño profundo. Tengo unos libros amontonados encima de la mesa recordándome que tenemos cuentas pendientes. No tengo televisión. Tampoco tengo internet. Puedo leer, escribir o limpiar maniáticamente mientras pasa el tiempo muerto. Salir a correr hasta quedar exhausto por los impresionantes jardines reales. Volver. Entrar a mi casa escondida detrás del mercado municipal. Sentarme en el sofá y degustar versos que vienen desde Argentina.
En la calle las tiendas son pequeñas y todavía no terminan de faltarle el respeto a la memoria nostálgica de como fueron antaño. Aún se puede ir a comprar el pan y que detrás del mostrador te atienda un tendero de los de toda la vida. Las calles las recorren familias, domingueros y turistas. Los asadores se llenan y la atmósfera se niega a respirar de los aires de apocalipsis que venden los periódicos. Los pulmones aplauden el aire puro que los llena. El viento polar limpia las brumas mentales altamente contaminantes.
Ahora estoy donde sopla el viento polar, que tiene los días contados. Ahora estoy donde la primavera pide paso y llama tímidamente a la puerta de las estaciones pidiendo protagonismo. El mes de marzo me sirve en bandeja nuevos sabores de vida. Sabores que parecen dulces y terminan con un toque amargo que no tendrían si no te echara tanto de menos.

El Vendedor de Versos.

jueves, 17 de febrero de 2011

Notas olvidadas

"Mi patria son las palabras. Tal vez pueda concebir mi infancia como una patria que me queda lejana, el tiempo borra muchos recuerdos. Quizá ya no tenga bandera."

"La fe es un valor sólido que si no se alimenta se quebranta y acaba por morir. La mía se resquebrajó. Más pronto que tarde debería recomponerla con los pedacitos y las cenizas que guardo en los bolsillos."

"El llanto es la señal de que la conciencia sigue viva. Yo no lloro."

"Me gusta parar el mundo o pararme yo mientras se mueve el mundo. Y entre los vaivenes, los ajetreos y estreses, las aglomeraciones y las prisas, me pregunto: ¿Y todo esto para qué?"

"La humanidad nos hace humanos. La sociedad nos hace animales."

"Piensa en el coche de tus sueños. En la casa de tus sueños. La mujer de tus sueños. El viaje de tus sueños. Apaga la tele. ¿Has pensado en tus sueños?"

- Párate, párate. ¿Dónde vas?
- A ninguna parte.
- Vámonos, te acompaño. Al fin y al cabo iba a acabar yendo hacia allí.

"Los medios de comunicación incomunican".

"La belleza física la determina el brillo de la mirada".

"Dime con quién andas y te diré quién eres... Pero, si ando solo, ¿quién soy?"

"Es ruido el silencio y compañera la soledad."

"Pobre mundo mío que más que avanzar decrece, donde el amor es una sombra, donde la fe fenece".

"Nos venden hasta lo imposible, incluso nos hablan de la organización del caos y el éxito del fracaso."

La ambición del cobarde, la razón de la causa, la nariz herida,
el tiempo que fluye y huye la pausa.
La cordura del loco, las cuerdas que atan, corro si me equivoco,
lucho cuando me maltratan.
La infancia de una puta, el éxito de la derrota, amaneceres oscuros,
el rey es un idiota.

Corrígeme si me equivoco, me sabe a euforia la boca,
párame si me acelero, lo que hay no es lo que toca.
Vamos a tender puentes que nos lleven por tu camino,
derribaremos los muros, reinventaremos nuestro destino.

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Se auguran tiempo mejores, los peores ya se han ido.
Me tortura la idea de lo que no fue pero pudo haber sido.
No te disgutes conmigo, nadie sabe más de tus embustes,
haciendo con mis palabras el olvido.
Fui un trilero del verso, aún impaciente te persigo,
el ladrón de guante blanco merodeante por tu ombligo.

(Frases y notas que encontré, escritas entre 2009 y 2010)

El Vendedor de Versos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Inconexiones

Un despertador inexistente alarmó la conciencia dormida. Y me recordó quién soy. No sé lo que quiero ser pero sí sé todo lo que no quiero llegar a ser. No puedo vivir sin fe, no puedo ceder a la independencia y al egoísmo. Yo mismo no puedo ser mi motor, porque solamente soy uno más y puedo morir mañana. Por más que desee, por más que me angustie este sistema, mi esfuerzo y mi lucha no podrán cambiar apenas nada. El desánimo me ha vencido porque veo el conformismo y la resignación. Veo que casi nadie lucha, que el enemigo es muy poderoso y que unos cuantos buenos jamás podremos vencerlo. Veo que la sociedad ama revolcarse en la mierda, veo que la suplantación de las conciencias ha funcionado. Ejércitos de zombis toman las calles. Ejércitos de personas se mueren mentalmente viendo la televisión, se dejan llevar por el río mortal del consumismo y la vanidad.
Los grupos de activistas alejados de esa gran puta llamada política, son un caos. Una masa de gente heterogénea que jamás logrará ponerse de acuerdo. El movimiento anarquista es una masa en eterno desacuerdo.
Sigo creyendo en Dios, nada cambiará eso, y no puedo seguir dándole la espalda, inventando qué es lo que quiere de mí a mi conveniencia.
A su vez, aún tengo muchísimos cabos sueltos, inconexiones, asuntos que no puedo llegar a comprender.
Desde pequeño me enseñaron dónde estaba la verdad. Un día dejé de creer que ahí estaba esa verdad. Y puede ser que no sea la verdad absoluta. Lo que sí es seguro es que no encuentro nada mejor y la ansiedad me crece, la angustia me mata.
Tengo una crisis ideológica y personal profunda. Dicen que toda crisis precisa de cambio para ser superada, que toda crisis requiere un cambio si es que crisis y cambio no son sinónimos.
Tengo tantas inconexiones que no puedo seguir tirando como si nada pasara.

El Vendedor de Versos.

viernes, 11 de febrero de 2011

El articulista

A nivel profesional estaba sumido en un mar de dudas. Semana tras semana sus artículos eran aplaudidos por muchos lectores y desacreditados por detractores a partes iguales. La crítica era la señal de que sus artículos no eran inocuos, que metían el dedo en la llaga y tocaban conciencias. Eran la alarma que recordaba al mundo que lo que habíamos construido hasta ahora se cimentaba en los pilares de la injusticia, que el capitalismo feroz y las nuevas tecnologías nos mataban la humanidad, el espíritu. En ocasiones encarcelado, juzgado y maltratado cuando indagó en asuntos políticos realmente turbios. Amenazado cuando se atrevió a investigar los oscuros movimientos de directivos y empresarios muy importantes.
El asunto, sin embargo, no era ese. Se sentía realizado al haber orientado su vocación periodística hacia fines útiles. La lucha verbal, la comunicación de verdades que intentan ahogar, el periodismo como medio de comunicación no como medio de control, de medias verdades, que casi siempre eran mentiras completas. A la vez, el desasosiego lo había ido consumiendo con el tiempo. Se sentía realmente deprimido al sentir que sus artículos eran pasatiempos. Que la mayoría los leía, y pensaba, qué razón y qué valor tiene este tipo, pero nada más. Y encontró estúpido luchar unilateralmente por cambiar un mundo que la sociedad resignada parecía no querer cambiar. La resignación y el conformismo, la falta de pensamiento, el egoísmo, sostener lo insostenible, la ignorancia y su alarde constante.
Ese desasosiego iba matando sus ganas, iba acechando contra su ímpetu hasta hastiarlo, y la depresión lo había tomado por completo.

La puerta se acababa de cerrar. El portazo y el nunca más de Lucía dibujaba un punto final imborrable. Enamorado desde hacía años, las citas pasionales con ella se sucedían de tarde en tarde. A veces desaparecía por largo tiempo sin previo aviso y otras aparecía cuando menos la esperaba. Sabía que perderla significaba el fin de sentir, el fin de un motivo, el fin de amar. Esta vez, en una de sus apariciones sorpresa, venía a comunicarle su compromiso con Juan Márquez, un rico empresario de la ciudad. El compromiso representaba un triste simbolismo. Si bien el conformismo general mataba sus ganas por seguir luchando, finalmente, Lucía cedía a casarse con un joven rico, a casarse con el poder, a cambiar un hipotético futuro basado en lo que estaba por llegar, en sueños nobles, por un presente práctico pero terrible, el triste acto de venderse, de cortarse las alas y no querer volar.
Una inmensa oscuridad tomó su ser, la luz que podía entrever se apagó y no vio más allá. La caja de antidepresivos se adueñó de su pensamiento, alargó el brazo y se tragó una dosis que quintuplicaba lo aconsejado.
Sin ganas de dejarle una carta de despedida al mundo, lo dejó. Románticamente, sufriendo un terrible dolor interno, el dolor de ceder ante la muerte, pero aún más el dolor de ceder a la desesperanza y de saber que el mundo entero está también muriendo y de que se conforma con vivir una lenta agonía voluntaria.

En memoria de Mariano José de Larra,

El Vendedor de Versos.

domingo, 6 de febrero de 2011

Saturday night fever

Salí del local al borde de un ataque de ansiedad. El gin tonic de Martin Miller parecía haberse multiplicado por diez dentro de mi estómago y me sentía muy mareado. Parece que a mi alrededor beban del elixir del futuro, ansiosos, como si entre los cubitos de hielo se pudiera encontrar algo que no he sabido encontrar. Matando la sed de la juventud a base de alcohol. La felicidad de los cuatro cubatas se disfraza de felicidad, pero sólo está vestida de inconsciencia. Yo quiero ser feliz siendo consciente, como dijo Pablo Hasél. Ya no quiero que la marihuana me evada, ni quiero que la cocaína me energice, ni que el alcohol me aturda. Me he cansado de ir de bar en bar, buscando a la poesía hecha mujer y de que jamás aparezca. No quiero recordar los besos que tiré borracho y que ni siquiera quisiste guardar en tus bolsillos de recuerdo. No quiero sentir nauseas al recordar con quién me fugaba hacia esquinas oscuras.
Hace frío y me gotea la nariz, vuelvo a entrar al local. La ola de calor de la gente enlatada me azota en una bocanada. Pasan hasta cuatro personas que me conocen, y hasta cinco que no me saludan.
La niña que recordaba jugando en el parque ya ha crecido y está borracha, se besa y se toca con un tipo cansado de hacer lo mismo con una distinta cada fin de semana.
La camarera palia sus desalientos magnificando su escote, pero sabe que los piropos de los borrachos jamás podrán curar su espíritu.
El borracho del pueblo hace el ridículo en la tarima. Si alguna vez despierta de su sueño de alcohol que ya dura décadas y busca entre sus manos algo de valor, arrojará su cuerpo al camión de la basura.
Y yo miro abstraído y solo, rodeado de noctámbulos, sintiendo que pasaron todos los vagones llenos de grupos de gente y que no me subí a ninguno. Que seguirán pasando vagones llenos de gente y que no voy a encontrar mi sitio y no sé si quiero encontrarlo. Difusos, apenas como un borrador escrito con vagos trazos, quedan los años en los que las primeras borracheras me sabían a libertad. Los momentos en los que sentados fuera, pasando frío, al lado de un pub de mierda imaginábamos futuros y los proyectábamos como castillos en el cielo, yo no me quejo, pero ya nos hemos pegado tremendas hostias, que matan para siempre como tirarse desde un rascacielos.
El maldito reloj sigue corriendo tan rápido que apenas me deja saborear la nostalgia que me queda, y llorarla a gusto con mi almohada. Quizá todos estamos muertos desde que perdimos la inocencia on Saturday night fever.

El Vendedor de Versos.

lunes, 31 de enero de 2011

Mis textos

Mis textos no son ingeniosos juegos de palabras. Tampoco intento vender películas que jamás he visto, me vería incapaz de contarlas. Escribo lo que vivo, lo que siento, y esas palabras no están escritas para que las leas y nada más. Están escritas para que las pienses, para que tengas en cuenta que ellas transportan como arterias lo que sangra mi alma.
Asimismo me descargan y dejo en ellos el peso que mi conciencia y mis nostalgias jamás podrían soportar. Me recuerdan como fotografías momentos que olvidaría o que almenos no recordaría con tanta nitidez sino fuera por los detalles que un día me decidí a plasmar por muy instrospectivos que fueran. Me miro en ellos como si fueran un espejo. Es más, son un espejo. En ellos percibo como evoluciono, no a mejor ni a peor sino a diferente. Pero si de algo puedo sentirme orgulloso es de pensar, de no haber dejado nunca de escribir porque eso significaría que mi espíritu y mi creatividad han muerto, que las vías de escape para no formar parte de la masa homogénea y drogada se me escaparon.
Hay muchos protagonistas diferentes en mis textos. Algunos que se lo merecen más otros que se lo merecen menos. Pero si están ahí es porque rozaron un intensidad insoportable en mis pensamientos que debía fluir y estallar en algún lado.
Pero son mis ansiedades sobre todo lo demás, las protagonistas de todo cuanto he escrito. La búsqueda de la propia identidad, la soledad, la muerte, la nostalgia insoportable, la fugacidad del tiempo, el amor hacia los recuerdos, las personas que pasan y no vuelven, la sociedad y el deplorable sistema que hemos construido, la frialdad de mis sentimientos, mis inseguridades, la lucha entre la fe y la razón...
Vuelvo la vista atrás y me guío a través de mis textos para recordar, recapacitar y pensar.
Ahora mis textos te hablan a ti, que me sigues tras la sombra, que desapareces. Te adueñas de ellos, copas toda mi inspiración. Pero ya no siento ansiedad por perderte. Sé que no es lo que tú quieres, ni es lo que quiero yo. Créete que eres para mí lo que tú quieras ser. Mientras sigues escondida, quiero que sepas que soy capaz de escribirte más, más y más, hasta que tú me digas, y que te escribiría tanto como me pidieras si con eso vuelves a aparecer.

El Vendedor de Versos.

lunes, 10 de enero de 2011

Quisiera

Yo quisiera rescatarte y a la vez que tú me rescataras a mí. Sacarnos ambos del extraño viaje hacia ninguna parte al que Bunbury le hizo canciones. Auparnos sobre todas las cosas con aquellas que invisiblemente nos unen desde hace años. Traducirnos sin palabras los silencios y los pensamientos inconexos que nos recorren cuando nos pensamos. Unirnos sin nombres ni fechas de caducidad, sin mirar tampoco al qué pasará o al qué dirán, para vivir un presente sólo nuestro.
Yo quisiera que tú quisieras.

El Vendedor de Versos.