Giraste la cabeza y me viste sin hacerlo. Estabas radiante. Descubriste mi rostro teñido de eterna desilusión. No recuerdo más. Mi memoria a veces es tan frágil como mi felicidad.
Solamente tú puedes decirme si el sueño fue una premonición, un augurio, una certeza... O uno más de todos los sueños sin sentido que visitan mi descanso.
Sobrevaloramos los sueños.
El Vendedor de Versos.