domingo, 7 de marzo de 2010

Tras el cristal

Rara vez soy capaz de recordar mis sueños. Tras un cristal empolvado y sucio te observaba desde la sombra, inmóvil. Te encontraste con él. Vuestra complicidad heló mis ilusiones y el barco de mis ensoñaciones fantasiosas naufragó. Tras el cristal supe que no me pertenecías, la sonrisa que le dedicaste me apartó de tu vida sin necesidad de que nadie me lo indicara.
Giraste la cabeza y me viste sin hacerlo. Estabas radiante. Descubriste mi rostro teñido de eterna desilusión. No recuerdo más. Mi memoria a veces es tan frágil como mi felicidad.
Solamente tú puedes decirme si el sueño fue una premonición, un augurio, una certeza... O uno más de todos los sueños sin sentido que visitan mi descanso.
Sobrevaloramos los sueños.

El Vendedor de Versos.