lunes, 18 de mayo de 2009

Benedetti, el poeta.

Hoy el corazón de Benedetti partió hacia la libertad. Como él decía, después de todo, la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida. Simplemente gracias, poeta...
Reproduzco una de sus perlas. Una de tantas...

NO TE SALVES

No te quedes inmóvil al borde del camino,
no congeles el júbilo,
no quieras con desgana,
no te salves ahora
ni nunca.

No te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.

Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

Mario Benedetti.



El Vendedor de Versos.




domingo, 17 de mayo de 2009

El camino

Lo lanzaron hacia ese camino extraño y sin salida de golpe, de un fuerte empujón. Rápidamente se giró y se dio cuenta de que no había ninguna puerta para regresar a su vida anterior.

Y en el camino nada le resultaba familiar. El ambiente era oscuro, tenebroso, le faltaba luz, alegría. Y se antojaba largo… demasiado largo. Y allí solo, herido, desorientado, no le quedaba más remedio que caminar. Caminar y caminar hasta llegar a algún lugar seguro.

Además sus sentidos se encontraban medio adormecidos. Nadie le había dado un mapa para orientarse, le faltaba una guía, algo en lo que apoyarse.

Sumamente triste y cansado decidió emprender el camino al día siguiente, puesto que empezaba a oscurecer y el cielo avecinaba tormenta. Buscó refugio entre el bosque que estaba junto al camino, se acurrucó e intentó dormirse. Poco a poco el cansancio se apoderó de él, y el sueño lo tomó por completo. Empezó a soñar. Y en el refugio de sus sueños encontró todo cuanto necesitaba. El escenario volvía a ser el tenebroso camino en el que estaba. Mientras se secaba el sudor, fatigado, una voz se oyó.

Conocía esa voz. La pacífica voz de la persona que más lo amaba en el mundo. La que entregaría todo por él si fuera necesario, en quien podría confiar siempre, apoyarse en ella sin dudarlo. Aquella voz, llena de amor, le contó que a ese camino tarde o temprano todos eran arrojados sin previo aviso, de un golpe seco. Pero que él tenía en su alma las armas que le darían la fuerza para terminarlo y llegar a la meta. Su felicidad, sus recuerdos, la luz que irradiaba su sonrisa, su bondad, humildad y su enorme corazón. Debía saber que cuantos lo rodeaban se daban cuenta rápidamente de que él era así. Alguien único, clave en sus vidas, querido, muy querido. Esos que le rodeaban serían también sus soportes. No tenía que dudar ni un momento en pedirles ayuda. Tan solo una señal y dispondrían lo necesario en el momento preciso. Sobre todo, nunca tenía que encerrarse. Si se encarcelaba en sus pensamientos, en sus momentos grises, el camino sería mucho más largo, más difícil, y la meta se alejaría. ¡Cuánto le había aliviado y ayudado aquella voz!... La voz de su padre, que alojado en sus recuerdos lo guiaba y siempre lo guiaría. Antes de despedirse, le recordó que ahí tenía a su madre, que le quería con todas sus fuerzas y le aportaría muchísimas cosas si él se lo permitía. Le dejó un deber, cuidar de ella ahora que él faltaba. Abrir su corazón, desahogarse y no dejar que los sentimientos de tristeza le ahogaran. “Siempre estaré dentro de ti hijo”, y la voz se despidió.

Los rayos de sol lo despertaron a la mañana siguiente. El sendero ya no le asustaba. No le parecía ni remotamente tan oscuro como la noche anterior. Con fuerza comenzó a caminar. A caminar por el camino, su vida, para llegar a la meta soñada, su felicidad.


Siempre aquí contigo Julio,



El Vendedor de Versos.