lunes, 22 de junio de 2009

Sorpresas

Pasada la medianoche, la tinta que dibuja estas letras hace que te sienta más cerca, rozándote, casi te puedo tocar, si cierro los ojos puedo imaginar que estás a mi lado.
Una vez alguien me dijo que debería ser un mago quien fuera capaz de hacer sentir a este corazón muerto. En unas horas fuiste capaz de que me diera cuenta que sólo dormía. Mediante tu mirada de miel, ese corazón helado pasó a ser fuego puro, y es por ti, no puedo estar más seguro. Y esta es la primera de las sorpresas.
Ese tipo de sorpresas que necesitamos que nos dé la vida para que no nos ahogue la monotonía. Siempre me acordaré de cuando hablábamos de ello, mientras te acariaba el pelo sentado como un niño en tus piernas.
¿Sabes? Tú eres la sorpresa. Mi revolución interna, ha hecho que me dé cuenta de que tú eres mi lucha. De que no quiero quedarme de brazos cruzados cuando alguien se disponga a robarme tus besos.
Desde ya, quiero que sean sólo míos.
La segunda de las sorpresas es la capacidad que tienes de convertir el tiempo en recuerdo. Me haces libre, estar contigo me hace libre, pues si el tiempo nos esclaviza tú haces que me olvide de que corre rápido, he ahí mi libertad, la libertad que tú me das.
Estoy seguro de que cada momento se guarda en mí, y todos los momentos serán imborrables e indestructibles como la caja negra de un avión.
La vuelta en tren hacia Barcelona, todo lo que hablamos, el camino hasta llegar allí agarrado de tu mano, pasar media tarde tumbado contigo, las Ramblas, la piedra azul brillante que debe darte buena suerte, mi anillo que ahora es tuyo, todo mi yo que ahora es tuyo...
¿Platónico? Algo tiene de espiritual, pero también es algo mágico. Apareciste en mi vida el día con más horas de luz de todo el año. Ahora quiero besarte en la noche que se viste de fuego y jarana.
Esa será mi sorpresa.

El Vendedor de Versos.