lunes, 31 de enero de 2011

Mis textos

Mis textos no son ingeniosos juegos de palabras. Tampoco intento vender películas que jamás he visto, me vería incapaz de contarlas. Escribo lo que vivo, lo que siento, y esas palabras no están escritas para que las leas y nada más. Están escritas para que las pienses, para que tengas en cuenta que ellas transportan como arterias lo que sangra mi alma.
Asimismo me descargan y dejo en ellos el peso que mi conciencia y mis nostalgias jamás podrían soportar. Me recuerdan como fotografías momentos que olvidaría o que almenos no recordaría con tanta nitidez sino fuera por los detalles que un día me decidí a plasmar por muy instrospectivos que fueran. Me miro en ellos como si fueran un espejo. Es más, son un espejo. En ellos percibo como evoluciono, no a mejor ni a peor sino a diferente. Pero si de algo puedo sentirme orgulloso es de pensar, de no haber dejado nunca de escribir porque eso significaría que mi espíritu y mi creatividad han muerto, que las vías de escape para no formar parte de la masa homogénea y drogada se me escaparon.
Hay muchos protagonistas diferentes en mis textos. Algunos que se lo merecen más otros que se lo merecen menos. Pero si están ahí es porque rozaron un intensidad insoportable en mis pensamientos que debía fluir y estallar en algún lado.
Pero son mis ansiedades sobre todo lo demás, las protagonistas de todo cuanto he escrito. La búsqueda de la propia identidad, la soledad, la muerte, la nostalgia insoportable, la fugacidad del tiempo, el amor hacia los recuerdos, las personas que pasan y no vuelven, la sociedad y el deplorable sistema que hemos construido, la frialdad de mis sentimientos, mis inseguridades, la lucha entre la fe y la razón...
Vuelvo la vista atrás y me guío a través de mis textos para recordar, recapacitar y pensar.
Ahora mis textos te hablan a ti, que me sigues tras la sombra, que desapareces. Te adueñas de ellos, copas toda mi inspiración. Pero ya no siento ansiedad por perderte. Sé que no es lo que tú quieres, ni es lo que quiero yo. Créete que eres para mí lo que tú quieras ser. Mientras sigues escondida, quiero que sepas que soy capaz de escribirte más, más y más, hasta que tú me digas, y que te escribiría tanto como me pidieras si con eso vuelves a aparecer.

El Vendedor de Versos.

lunes, 10 de enero de 2011

Quisiera

Yo quisiera rescatarte y a la vez que tú me rescataras a mí. Sacarnos ambos del extraño viaje hacia ninguna parte al que Bunbury le hizo canciones. Auparnos sobre todas las cosas con aquellas que invisiblemente nos unen desde hace años. Traducirnos sin palabras los silencios y los pensamientos inconexos que nos recorren cuando nos pensamos. Unirnos sin nombres ni fechas de caducidad, sin mirar tampoco al qué pasará o al qué dirán, para vivir un presente sólo nuestro.
Yo quisiera que tú quisieras.

El Vendedor de Versos.