Hemingway y Sabato.
Y pienso que para que me quieras por siempre sólo me basta esta noche, un vinilo de jazz, versos escritos en tus pezones, lujuria en los sofás, la autodestrucción reconstruida y hecha canciones.
Clásico.
Lo clásico es aquello que no se puede hacer mejor y efímero fue el tiempo que duró nuestro amor. No vuelvas a vestir de verdad tus caprichos. Entierra los recuerdos de Barcelona, he construido para ellos cientos de nichos. Fueron testigos de lo nuestro las paradas del metro, y testificaron sobre el final del trayecto los reproches, pidiendo rescate como si fuese un secuestro. Ódiame y cásate, me desintoxicaré con metadona, pero sé que nunca olvidarás aquellos besos en Urquinaona.
Arte.
No concibo nada mejor que convertir en arte todo este dolor. Soy consciente de que el desaliento sólo es un rumor que palpita dentro impaciente. Asegúrame tus noches que yo te daré mis días, algo parecido creo recordar, era lo que me prometías.
El Vendedor de Versos.