martes, 12 de octubre de 2010

Casa Natalio

Y la niña miraba la pantalla de televisión expectante. Su madre azuzaba para que estuviera atenta cuando saliera la princesa, el principito, los reyes y los soldaditos.
Me refugio en el aroma de mi café, anoche me bebí media botella de Jack y esta mañana me estaba respetando la resaca como casi siempre. Miro a mi alrededor y a parte de las portadas de los diarios deportivos nada más, y pienso que el mundo sería distinto si leyera poesía por las mañanas en lugar de ojear las memeces de Guasch o Roncero.
En otra mesa cinco jubilados echaban la partida mañanera entre carajillos de Magno, mirando de reojo el desfile, uno gruñendo contra el presidente y otro alabando al campechano Borbón.
Tras la barra un verdadero patriota tira del negocio en día festivo, y su hija prepara la mejor tortilla de patatas de la ciudad de León entera.
La niña se decepciona al ver un rey tan viejo y tan caduco aposentándose con su séquito a ver pasar pistolitas y soldaditos. Y más aún al ver un príncipe con cara de bobo y a una plebeya real que lo acompaña, la antítesis de Disney, pensará la pobre. Suena el himno, se iza la bandera y los españolitos observan orgullosos el día en que se exhibe el derroche de los impuestos que pagan.
Lo mejor es que ni siquiera me agita que aún se aplauda el día de la Hispanidad, apenas me provoca espanto nada. Y soy mucho más feliz así.
Marcho de Casa Natalio y me voy a San Marcos, saldré a correr un rato, el frescor de la mañana en León me purifica, apenas hay movimiento en las calles.
Esta mañana estoy contento.

El Vendedor de Versos.

1 comentario:

z dijo...

Me gusta que lo estes