sábado, 22 de octubre de 2011

Finales

Aunque tomemos caminos divergentes tú siempre eres la última resistente de mi pensamiento.

Indómito es sinónimo de mito indomable.

Mi conciencia yace muerta, me dije yo inconsciente.

El soul que suena en el piso de abajo es la melodía turbulenta que acompaña mis amaneceres contaminados en Barcelona.

Vivir en un undécimo piso me acerca al cielo. Basta con tomar el ascensor a planta calle para pisar el infierno.

La vida es una lucha que no desgasta igual a todos.

La pobreza es la hija bastarda del capitalismo.

No es lícito leer tanto para licenciarse, decía un licenciado en no licenciarse.

Aquel entrevistador de recursos humanos puso la misma cara al decirme "ya te llamaremos" que el tipo del metro cuando cerró las puertas cuando casi las alcanzaba.

Estar sin ti sería no pensarte, no añorarte. Estoy sintigo.



El Vendedor de Versos.

viernes, 7 de octubre de 2011

Pecado capital

El mundo sigue dividido entre los optimistas que piensan que dentro de poco comeremos mierda y los pesimistas que auguran que no habrá mierda para todos.
Manuel Saco
¿Cuándo los sonidos de los andenes se convirtieron en vulgar estruendo? ¿Cuándo las masas de gente impersonal pasaron de formar un paisaje multicultural, poético, admirable a marabunta atolondrada?
Fue un despertar incómodo, con la cabeza desorientada y muy pocas ganas de arrojarme al portal y entregar mi cuerpo a los vaivenes de la ciudad, muy pocas ganas de saludar el estúpido tragín de Barcelona y su centro neurálgico, neurótico, psicótico, psiquiátrico, psicópata.
La contaminación acústica de la comunidad de vecinos quizá me sensibilizó durante la noche algo más que los oídos.
¿A dónde irá tanta gente y por qué la ciudad sobrevive día tras día en pleno naufragio del mundo? Los aires de apocalipsis soplan más fuerte en la capital. Esa capital bien puta y vicerversa que enferma a cualquiera y escribe guiones de locos que recitan sujetos enloquecidos sin sujeción. Que conste en acta: enloquecidos que no locos, empobrecidos que no pobres, enaltecidos que no altezas. Brillan de sol radiante las plazas de la capital sin pecado. Las plazas desalojadas de las voces acusadoras que no gustan a los acusados. Por la noche se viste de luto, delito y delirio, y se transforman en la capital del pecado, de pecado capital.
De miles sin trabajo rebuscando en la basura, de basura que se alimenta de esos miles sin trabajo. De imperios que asimilan esa miseria debiendo colocarla en el pasivo de su balance, si es que pasan cuentas alguna vez.
Yo no quiero ser cómplice de toda esta mierda y asisto asolado, desolado, deshonesto al hecho consumado de que sin querer lo soy.
Vivir en la ciudad es una condena firmada, un amor que muta en odio, una sarna que pica sin gusto, unas malvas que arraigan sobre corazones muertos entre ajetreos, pitidos de claxon y bolsas de la compra.
Vuelven a brillar de sol radiante las plazas de la capital sin pecado, vuelven a oscurecer los telones negros de la noche el escenario tragicómico del pecado capital.

El Vendedor de Versos.




domingo, 2 de octubre de 2011

La cuerda que os sostiene

Hay personas que me han contado un sueño recurrente. Dicen que sueñan que caen, que caen y siguen cayendo al vacío y que nada les sostiene, nada les aguanta. Simplemente caen. Es una pesadilla más bien, angustiante, corrosiva, dañina. Una pesadilla que acaba cuando abren los ojos y estrenan nuevo día.
Son tantas las personas que me han hablado de la pesadilla que me he llegado a sentir extraño por no haber experimentado ninguna noche ese vacío inconsciente.
Angustia corrosiva y dañina al darme cuenta que mi vida presente es una caída hacia un vacío sin poder agarrarme a nada. Aún habiendo amado lo siento. Aún teniendo mi propia filosofía de vida, una comprensión del mundo incomprensible de la que me siento orgulloso, una vida cómoda repleta de oportunidades y proyectos.
Sigo mirando adicto a las evasiones de los días de autodestrucción, mirando y escudriñando uno por uno a cada uno de vosotros.
Estoy mirando mientras caigo al vacío, pero no logro encontrar cuál es la cuerda que os sostiene.

El Vendedor de Versos.