lunes, 2 de mayo de 2011

Diarios y mentiras

Veo a locos, Don Quijotes. Enloquecieron o perdieron al juez y el juicio leyendo lecturas ilegibles cuando no fue todo junto. Don Quijotes y doñas Quijote leen de bien tempranito modernas novelas caballerescas que secan la masa gris, ennegrecida poquito a poco. Y aunque las lecturas no tengan ni pies ni cabeza se dejan llevar por el suicida abandono hacia la ignorancia. Muere poquito a poco su capacidad de pensar. Es como la muerte lenta del fumador, al que día a día unas caladas más no matan. Es como si la muerte cuando es a dosis pequeñitas no doliera tanto. Y desde primera hora las noticias de los locos y sus Don Quijotes lectores habitan por doquier. Llaman desde las barras de los bares del barrio entre cafés con leche y pastas, entre pinchos y discutidores que pinchan. Esperan en las mesitas de las mesas de espera, traspasan las permanentes de las señoras en las peluquerías, alimentan con cifras turbias la mente turbia de los oficinistas, enseñan a los profesores lo que luego enseñarán a sus alumnos. Nos cuesta tener fe, apenas quedan reductos de ella, pero somos más crédulos que nunca.
A mí los anuncios me suenan a chiste igual que las noticias, y a lo mejor no recuerdo, pero juraría que leí algunos surrealistas "loco busca cuerda a la que atarse y ahorcarse; hombre con complejo de tren busca vía férrea a la que arrojarse; se vende parcela con esposa incluida, niños opcionales; Libertad, ardiente, busca hombres jóvenes; niña llamada Esperanza dice que la perdió el mundo; hombre vende Volkswagen semiviejo por ataques de nostalgia al recordar lo que pasó en aquellos asientos traseros; se vende Cristo por crisis de fe; urge camarero, turnos de veinticuatro horas al día los trescientos sesenta y cinco días del año, libra en años bisiestos.
Juraría que yo leí algunos de estos. Lo que no podáis creer, sea quizá, que leí peores pero para no crear disputas me los voy a callar.



El Vendedor de Versos.

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