Tengo prejuicios y si no, no tiene explicación ni argumento por qué sin dirigirte una palabra te imaginé como la mujer de mi vida y de mi muerte.
Tengo prejuicios porque si no los tuviera no hubiera sentido mirándote a los ojos cómo eran tus besos sin haberlos probado.
Y también estoy seguro de ser un prejuicioso empedernido porque eres en mi vida más de lo que deberías ser y ni siquiera te conozco.
Malos son los prejuicios, porque al conocer de verdad suelen caerse por sí mismos y eso pasó contigo cuando te conocí.
El Vendedor de Versos.
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