Las noches perdidas, las horas insípidas, los conocidos que ni siquiera me conocían y con los que regalé mi tiempo.
Los besos que te regalé en un callejón y que no te merecías. Las sesiones de autodestrucción secreta por indisciplina contra el mundo, contra todo, contra nadie en especial y que finalmente solo se volvió en mi contra. Vi a niños que ahogaban su sed de juventud a base de vodka y whisky barato. Ay! Cuando se den cuenta del volar de los tiempos de gloria, cuando miren las palmas de las manos y no encuentren nada.
Esas noches perdidas, mi autodestrucción, han marcado bajo los ojos opacos una profundidad mortecina. Unas oscuras ojeras que borran mis rasgos infantiles y que me hacen aparentar todo lo que nunca quise.
No sé bien si es de tanto pensar. Pero tengo tantas entradas como pocas salidas veo a mi existencia-occidental-vacía.
Mi espíritu no engorda porque dejé hace tiempo mi espiritualidad de lado. Así que cada vez me veo más flojo, delgado, frágil, huesudo, quebradizo incluso. Mis facciones se hunden como si las llamara la tierra, como si la muy puta me obligara a arrastrarme ya como un gusano antes de tiempo.
No sé bien si será la soledad. La más terrible, la de sentirse solo acompañado, la de no encontrarle color a casi nada. Envidio insanamente a quien degusta y se relame con los sinsabores de los días.
Y cuanto más jodido estoy más lo refleja mi retrato. Os envidio a todas ¿sabéis? Porque a mí no hay maquillaje que me esconda las brechas del alma, que se asoman por la ventana de mi mirada las muy cabronas.
Y es que no sé bien nada y el retrato no tiene arreglo y yo tampoco. Hasta mi letra es ahora fea, retorcida e ilegible.
El Vendedor de Versos.
2 comentarios:
Vull que et brillin els ulls de felicitat.
T'estimo.
He vuelto.
¿Y si ya nada valiese realmente la pena?, gritar, pasa a ser alguna desesperación secundaria, bloqueadas tus palabras, se desvanecen. Y los susurros de tiempo son navajazos por la espalda…
Violetcarsons.
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