lunes, 19 de julio de 2010

Jack Daniel's

Qué importaba dormir tres horas después de haber trabajado un día entero... Qué importaba si tus besos iban a recompensar mis desgracias, los rutinarios días de esclavitud pagada, el insulso sabor de la vida de un perdedor. Tu lengua paseando por mis cicatrices para acabar cerrándolas del todo. Refugiándome del mundo dentro de ti, absorbiendo tu calor para no sentir nunca más el frío atroz que se amotina dentro. Acallar mis vivas tristezas, las más profundas nostalgias a base de ungüentos de juegos de niños y de locuras deshidratadas.
Mas lo único que conseguí al llegar fue robarte un beso. Un beso frío como el témpano. Todo lo demás, el tiempo que pasé contigo y todo lo que sufrí por dentro lo guardo en mi saco de fracasos que va a reventar dentro de nada, rebosante de sinsentidos.
Digería poco a poco el desencanto sentado frente a ti. Removiendo mi copa de Jack Daniel's con hielo que aturdía un poco mis lamentos. Yo estaba allí para quererte, tú estabas lejos. Y tus ojos me miraban pero no me veían. Pensaba que mis ganas de quererte me traspasaban la piel, y que tú lo verías apenas en un vistazo. Pero no. Volaste y volaron mis ganas de amarte. Y no volverás, no volverás.

El Vendedor de Versos.

2 comentarios:

Bu! dijo...

Estrellas fugaces.

Anónimo dijo...

todos hemos sido ese chico ! muy buena descripción co!